martes, 29 de mayo de 2018

IX —PARABOLA DE LA DRACMA PERDIDA: Lc 15,8-10.


La parábola de "La dracma perdida", propia de Lucas, es paralela en su mensaje a la de "La oveja perdida".
"¿Qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no en­ciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra. Y cuando la encuentra convoca a las amigas y vecinas, diciendo: 'Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido?'": vv.8-9.
La "dracma", moneda griega, equivale al denario romano. La mujer tiene diez dracmas. Es todo su haber'- Es una mujer pobre. Es costumbre entre las mujeres árabes adornar el velo que cubre la cabeza con un cerco de monedas. En ocasiones, son todas sus reservas. Nunca dejan ese velo, ni para dormir.

Pierde una dracma y prende una lámpara y barre la casa y la busca con empeño hasta encontrarla. La casa consiste en una sola habitación pequeña. Es oscura y sin ventanas, y por eso tiene que encender una lámpara.
Habiendo encontrado la dracma, llama a sus amigas y ve­cinas, no para ofrecerles algo, sino para participarles su ale­gría.
Aplicación: "Del mismo modo, os digo, se alegran los án­geles de Dios por un solo pecador que se convierta": v. 10.
"Los ángeles de Dios" es una circunlocución para desig­nar al mismo Dios.
Con esta parábola, Jesús quiere justificar su conducta hacia los pecadores. Si va a ellos es porque sabe que su conversión causa un gozo especial a Dios, y siendo él su representante, participa también de esa íntima alegría divina.




Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 156-157 ISE. México, 1992.



jueves, 10 de mayo de 2018

VIII. LAS PARÁBOLAS DE LA TORRE Y DE LA GUERRA: Lc 14, 28-32.


"Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, dicien­do: Éste comenzó a edificar y no pudo terminar'.
O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una emba­jada para pedir condiciones de paz": vv.28-32.
Las parábolas conexas de "El que edifica un palacio " y de "El Rey que emprende una guerra", tienen un sentido fun­damental común: para comprometerse en una empresa de envergadura, es necesario valorar primero cuáles serán las exigencias y luego calcular las posibilidades personales; de otra manera, se correría el riesgo de la irrisión o de la ruina. Es mejor no emprender algo que no se puede concluir o que, comenzando, acarrea detrimentos lamentables si no se puede terminar.
Enrolarse con Jesús es una empresa ardua que exige muchos renunciamientos: 14,26-27. Ventajas de orden material no las hay y sí se pueden seguir tribulaciones y sufrimientos. Por tanto, antes de dar el paso adelante es preciso hacer un balance y medir las fuerzas.
Esto pudiera parecer desalentador para decidirse a seguir a Jesús, pero no es sino un solo aspecto del seguimiento. El mismo dirá en otro momento: "Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios, quedará sin recibir mucho más al presente y, en el tiempo venidero, vida eterna": Lc 18,29-30.
Lucas, que con frecuencia habla del desprendimiento de las riquezas: 12,13-15.21.33-34, añade aquí, a manera de con­clusión, otro logion sobre el mismo tema:
"Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío": v. 33.   


Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 156-157 ISE. México, 1992.