miércoles, 7 de junio de 2017

EL GRAN BANQUETE: Mt 22,1 -10; Lc 14,14-24

Mateo y Lucas nos han transmitido la parábola del gran banquete. Los puntos de convergencia son los siguientes. Un hombre organizó un banquete e invitó a muchos. Envió a sus siervos a llamar a los invitados, pero éstos se negaron a venir. Airado el señor, dijo a sus siervos: "Salid y traed a la gente que encontréis".

A pesar de este fondo común, Lucas y Mateo ofrecen nu­merosas variantes. Por esta razón, es mejor examinar los tex­tos separadamente.
Primero veremos la parte de Lucas y en quince días la parte de Mateo.

l.—EL GRAN FESTIN DE LUCAS
En el tercer Evangelio, la parábola del gran festín fue pronunciada por Jesús con ocasión de un banquete al que fue invitado: "Cuando des un banquete -—decía a su anfitrión— llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos. Habiendo oído esto, uno de los comensales, le dijo: '¡Dichoso el que coma pan en el Reino de Dios!' ": Lc 14,13-15. Es entonces cuando Jesús pronuncia su parábola.
"Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a. los invi­tados: "Venid, que ya está todo preparado'. Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: 'He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses'. Y otro dijo: 'He comprado cinco yun­tas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispen­ses'. Otro dijo: 'Me he casado, y por eso no puedo ir'. Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: 'Sal en se­guida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados y ciegos y cojos'. Dijo el siervo: 'Señor, se ha hecho lo que mandaste y todavía hay sitio'. Dijo el señor al siervo: 'Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa'. Porque os digo que ninguno de aquellos invitados pro­bará mi cena": 14,16-24.
Lucas, como se ve claramente, coloca la parábola del fes­tín en un contexto escatológico: es el Banquete Mesiánico del fin de los tiempos. Más adelante veremos si Jesús pudo pro­nunciar estas palabras sin referirse necesariamente a ese ban­quete escatológico.
"Un hombre hizo una gran comida e invitó a muchos". El invitante debía ser una persona privada, y la comida —aun­que banquete— no dejaba de ser sólo una reunión de amigos. Por eso bastará un siervo para que vaya a dar aviso de que las cosas están listas. Los invitados, por su parte, eran personas pudientes que tenían posibilidades para adquirir o un campo o cinco yuntas de bueyes (lo que suponía tener un campo al me­nos de 45 hectáreas).
Llegada, pues, la hora de la comida, va el siervo a decir a los invitados: "¡Venid, que ya las cosas están preparadas!". Este aviso de cortesía se practicaba en los círculos altos de Jerusalén
"Y comenzaron todos, a una, a excusarse...". El primero porque había comprado un campo y tenía necesidad de ir o verlo; el segundo porque había comprado cinco yuntas de bueyes e iba a probarlas; el tercero porque se había casado y no quería dejar a su esposa sola (las mujeres no asistían a los banquetes).
"Airado, entonces, el amo dijo a su siervo: 'Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, a ciegos y cojos' ".
Sentido primitivo de la parábola de Jesús.
Si ponemos aquí fin a la parábola, ésta coincide con la que ofrece el Evangelio de Tomás. Allí, una vez que los in­vitados han declinado la invitación, el amo envía a su siervo a los caminos para que haga venir al festín a los que encuen­tre; y termina: "Los compradores y los negociantes no en­trarán en los lugares de mi Padre".
En esta perspectiva, la parábola tiene un sentido claro y llano. Jesús se dirige a sus enemigos que lo critican. El señor del festín es imagen de Dios que ha enviado a su sier­vo para llamar a su Reino a Escribas, Fariseos, Autoridades religiosas del Pueblo. Pero, escandalizados de la amistad que Jesús guarda con los pecadores, ellos se resisten y rehúsan la invitación.
¡Nada importa! El banquete está ya preparado, los tiem­pos mesiánicos han llegado, la hora ha sonado...! El siervo del amo, Jesús, saldrá a las plazas y calles de la ciudad y lla­mará a los pobres y lisiados, a ciegos y cojos. Esto es: los pobres y los pecadores, los sencillos y los publícanos serán quienes disfruten del Reino de Dios.
Alegorización y amplificación de la parábola.
Los versículos 22-24 del relato de Lucas parecen ser una interpretación y amplificación de la parábola, en vista de las circunstancias de la Iglesia primitiva.
Para Lucas, "los tiempos de las Naciones han llegado": 21,24; gentes del Oriente y del Occidente, del Norte y del Sur, se pondrán a la mesa del Reino de Dios: 13,29. Esto quiere decir que la salvación no está limitada al Judaísmo, sino ofrecida al mundo entero.
Pues bien: el siervo que había ido sólo a las plazas y calles de la ciudad (símbolo de Jerusalén y del Pueblo Judío), dice a su amo: "Señor, se hizo lo que ordenaste y todavía que­da lugar". A lo que responde el Señor:
"Sal a los caminos y cercas (de los viñedos) y obliga a entrar para que se llene mi Casa".
Es la invitación urgente que la Iglesia primitiva hace a los Gentiles, por medio de sus misioneros, para que partici­pen también ellos del banquete del Reino de Dios. En la Casa de Dios hay lugar para todos, y es necesario que se ocupe hasta el último sitio.
La parábola termina con una frase terriblemente seria:
"Os digo, pues, que ninguno de aquellos hombres invitados gustará de mi festín": v. 24.
Parece que esta frase no forma parte de las palabras del amo de casa, sino que está puesta en labios de Jesús y coin­cide con la perspectiva escatológica de los versículos de in­troducción a la parábola: w. 14-15.
El festín de Jesús es el Banquete Mesiánico de los últimos tiempos. Hay que aceptar la invitación de Dios cuando El llama por medio de Jesús o sus discípulos . . . Querer asistir, después de haber rechazado una primera invitación, tal vez podría ser ya tarde . . .


*Salvador Carrillo Alday M.Sp.S. LAS PARÁBOLAS DEL EVANGELIO. pags. 89-92 Instituto de Pastoral Biblica. México, 2011