jueves, 18 de febrero de 2016

Los diez leprosos (Lc 17,11-19).

17,11   Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría, y Galilea.
Bien conocido es que el evangelio de Lucas presenta una grande e importante sección, integrada por unos diez capítulos, con el tema: "La subida de Jesús a Jerusalén" (Lc 9,51 -19,27). En Lc 9,51 Jesús toma la firme decisión de subir definitivamente a la Ciudad Santa donde se realizará "su asunción", esto es, su éxodo de este mundo al Padre a través de su pasión, muerte y resurrección (9,31).
Es preciso leer esta sección en un sentido más teoló­gico que geográfico: Jesús camina resuelta y libremente a su Pascua! Jerusalén es el lugar sagrado escogido por Dios para que Jesús lleve a cabo su obra salvífica, que llegará a su culminación el día de Pentecostés con la efusión del Espíritu Santo (Lc 24,49). A partir de ese momento, se abrirá definitivamente para todos los hom­bres el acceso a la fe y a la salvación. Comenzará entonces el tiempo de la Iglesia.
La subida de Jesús a Jerusalén ha sido marcada gradualmente por el evangelista en tres etapas: 1* etapa: de 9,51 a 13,21; 2a etapa: de 13,22 a 17,10; y nuestro relato abre la 3a etapa: de 17,11 a 19,28.
Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, esto es, bajaba por el valle de Yizreel hacia Betshán, para seguir luego el curso del río Jordán hasta Jericó (18,35) y de allí subir a Jerusalén.
12 Y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia "'y, levantan­do la voz, dijeron: "Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!" 14 Al verlos, les dijo: "Id y presentaos a los sacerdotes"'. Y sucedió que, mientras iban, quedaron lim pios.
Los diez leprosos no se acercan sino que se mantie­nen a distancia, respetando el precepto de la Ley, según la cual el afectado por la lepra, además de estar enfermo, será considerado impuro mientras le dure la enfermedad, habitará solo y tendrá su morada fuera del campamento (Lv 13,45-46).
Al divisar a Jesús, le gritan: "Jesús, Maestro, tencompa sión de nosotros! " El título Epistátes = Maestro " es puesto sólo en labios de los discípulos; pronunciado aquí por los leprosos, insinúa tal vez que llegará un día en que también los excluidos de la comunidad serán invitados a ser discí­pulos de Jesús y a beneficiarse de su salvación. La curación misma que van a recibir es un signo y preludio de la futura participación en los beneficios de la redención.
Jesús también, como los leprosos, se muestra obser­vante de la Ley, y les ordena que se presenten al sacerdote para que éste compruebe su sanación (Lv 14,1-32).
"Mientras iban, quedaron limpios". La curación no fue instantánea, sino hasta después de comenzar a obedecer la orden de Jesús. Allí se percibe una prueba y exigencia de fe. Los leprosos creyeron en la palabra de Jesús, y en el camino consiguieron su purificación.

 15 Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz;16 y, postrándose rostro en tierra a los pies deJesús, le daba gracias. Y éste era un samaritano.17 Tomó la palabra Jesús y dijo: "¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están1?18 ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a, Dios sino este extranjero1?" 19 Y le dijo: " ¡Levántale y vete; tu fe te ha salvado!".
Al verse curado, uno de los leprosos —"y éste era samaritano", subraya Lucas— regresó donde Jesús. Aquel samaritano estaba excluido de la comunidad no sólo por su lepra, sino también por ser un extrajero
Tres gestos exteriores descubren la actitud íntima de su ser: glorificaba a Dios en alta voz, daba a Jesús el tributo de su veneración-adoración, y le expresaba su gratitud. Todo esto indica que el samaritano había experimentado en su interior una nueva relación con Dios, que lo había sanado, liberado y salvado a través de Jesús. Lucas aprove­cha siempre la ocasión para inculcar en sus lectores la obligación de glorificar y alabar a Dios por sus beneficios (Lc 2,20; 5,25-26; 7,16; etc.).
Jesús, un tanto extrañado, pregunta: "¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?"
La queja del Señor se vierte sobre los otros nueve sanados, pertenecientes al Pueblo de Dios. De ellos se esperaría naturalmente la gratitud y mayor glorificación de Dios. Nótese que Jesús no les retira el regalo que les ha concedido, a pesar de su falta de agradecimiento. La lección es suceptible de muchas aplicaciones personales ante los dones de Dios: ¿he sido siempre y personalmente agradecido con el Señor por los beneficios que me ha concedido a lo largo de mi vida?
"El extranjero" parece ser mejor que los hijos del Pueblo elegido. En la parábola del buen samaritano es también el pagano quien juega el papel edificante (Lc 10,29-37). El relato termina poniendo de relieve el valor de la fe, principio de salvación: "¡Levántate y vete; tu fe te ha salvado!".
En el centro del milagro está Jesús, que nos confron­ta a todos con su pregunta, como si nos dijera: ¿Cuál es tu relación conmigo y con el Reino de Dios que te he parti­cipado? ¿Acaso me he arrepentido y he retirado de ti alguno de los dones que te he regalado?

ACTUALIZACION

Jesús Maestro: Mira que somos leprosos: enfermos, impuros, desechos de la humanidad. 
Ten compasión de nosotros, purifícanos e intégranos a tu comunidad santa.
 No permitas que seamos ingratos contigo. Queremos serte siempre agradecidos y glorificar a Dios por las bondades que El nos ha hecho a través de ti.
 Amén.




jueves, 4 de febrero de 2016

Curación de un hidrópico (Lc 14,1-6).

Este milagro, realizado en día de shabbat, es paralelo a la sanación del hombre de la mano seca, y la lección es muy similar (Lc 6,6-11; Mt 12,9-14; Mc 3,1-6). Además, está en cercana relación con la sanación de la mujer encorvada (Lc 13,10-17), formando como un díptico, en el que se enfatiza la misma actitud compasiva de Jesús y su misión salvífica y liberadora.
14,1 Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. 2 Había allí, delante de él, un hombre hidrópi­co. 3 Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: "¿Es lícito curar en sábado, o no?" 4 Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le. curó, y le despidió. 5 Y a ellos les dijo: "¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento ?"6 Y no pudieron replicar a esto.
Hay que atender a las circunstancias especiales en que Jesús hace esta curación. Era shabbat, y él había sido invitado por uno de los jefes de los fariseos a comer. La reunión era de carácter socio-religioso. Allí también esta­ban presentes "legistas", hombres especializados en el conocimiento de la Ley. El enfermo de hidropesía era muy probablemente uno de los comensales.
El hecho supone que los asistentes habían entrado en animada discusión acerca de la inteipretación de la ley del reposo sabático: ¿Cómo hay que interpretar el manda­to de la Toráh?
Jesús aprovecha la ocasión para hacer, no una inter­pretación académica con sólo palabras, sino una impac­tante interpretación en acto. Pone primero una pregunta provocadora: "¿Es lícito curar en sábado, o no?" Nadie res­ponde nada. ¿Cómo iría a recibir el enfermo allí presente una respuesta negativa de quienes compartían el mismo banquete sabático? Al permanecer todo mundo en silen­cio: Jesús entra en acción: toma al enfermo hidrópico, lo sana y lo despide (en paz).
En seguida expone la argumentación que justifica la obra realizada. Y, acudiendo al plano existencial de la vida concreta, deja a los legistas-fariseos sin poder replicar: ¿Quién de vosotros no actúa en sábado, si su hijo o su buey se le cae en un pozo?

ACTUALIZACIÓN

Oh Jesús:
Tu nombre y tu misión, Señor es salvar,
¡Tómame de la mano y sáname!
¡Sácame del pozo en el que me encuentro hundido!
Mira que soy creatura tuya,
Más aún: ¡Soy tu hijo!
Gracias, Jesús porque me has sanado.