jueves, 9 de julio de 2015

Curación de un sordo tartamudo (Mc 7,31-37).

31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis.
32 Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. 34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: "Effatá” , que quiere decir "¡Abrete!" 35 Se abrieron sus oidos y al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente.
Como cuando se trataba del paralítico (2,1-12), aquí también se realza la fe de quienes llevan al enfermo a Jesús para que le imponga la mano. El caso de este pobre  hombre sordo que, además, era casi mudo, evoca el texto mesiánico de Isaías: "Entonces se despepegarán los ojos de los ciegos, las orejas de los sordos se abrirán. Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lazará gritos de júbilo" (Is 35,5-6; cf Ba 6,40-41). Jesús realiza las Escrituras (Mt 11,4-6).
Marcos describe los gestos de Jesús para obrar esta curación. En ocasiones el Señor no rehusó emplear elementos que el pueblo sencillo utilizaba para conseguir la sanación de sus enfermedades. Así, Jesús se hace todo para todos.
"Lo lleva aparte", pues las obras de Dios no se hacen con ostentación, sino en la simplicidad y en el silencio.
"Metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó  lengua". A la hija de la cananea Jesús la había sanado a distancia; ahora entran en juego, como instrumentos de salvación-sanación, los dedos y la saliva de Jesús, pero son los de la humanidad del Hijo de Dios hecho hombre. Más tarde, los elementos materiales en los sacramentos (agua, aceite, pan y vino) serán instrumentos para comunicación de la gracia espiritual.
"Levanta sus ojos al cielo". Jesús se dirige a su Padre, entra en comunión con él. El hace hace sólo lo que el Padre le ha mandado hacer (Jn 5,19).

"Dio un gemido" o "suspiró". Más que un sentimiento de compasión hacia el enfermo, este suspiro o gemido es un llamado al poder divino para obrar la sanación del sordomudo.
Y exclamó "¡Effatá!" = "¡Abrete!". Es un imperativo pasivo: "¡Sé abierto!". Oír y hablar son dos verbos importantes para la fe. Primero: oír, escuchar, aprender; para después hablar y dar testimonio. Esto hace pensar en el "¡Escucha, Israel...!" (Dt 6,4). "Escuchar" es el verbo de quien se abre a la revelación divina; es el verbo de la aceptación de la fe y de la acogida personal; y el acto de fe se realiza con la palabra, confesando que Jesús es el Señor (Rm 10,9.17). El Salmo 40,6-8 y el Cántico del Siervo (Is 50,4-6) aluden a la apertura de oídos que se requiere para comprender las cosas de Dios, y luego proclamarlas.
36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto
más se lo prohibía, tanto más ellos lo proclamaban.
Si Jesús ordenaba que callaran era por motivos de su "secreto mesiánico"; pero en cuanto a los agraciados es preciso que ellos proclamen las maravillas de Dios. "Proclamar" es el verbo propio del kerygma
37  Y se maravillaban sobremanera y decían: "Todo lo ha
hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos ".
Como del Dios creador se decía que "todo lo que había hecho era muy bueno" (Gn 1,31), así de Jesús decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos"'.Jesús es el Señor de la creación.
Colocados después de las controversias con los fariseos acerca de los ritos de purificación (7,1-23), el caso de la sirofenicia y del sordo-mudo proclaman que la verdadera pureza viene del interior, brota del corazón, de la fe que Dios puede dar aun a los paganos.

ACTUALIZACION

Jesús:
Heme aquí, Señor, que ni oigo, ni puedo hablar.
 Toca con tu mano salvadora mis oídos y mi lengua.
 Pronuncia sobre mí tu milagroso "¡Effatá!" "¡Abrete!"
 Haz que yo oiga tu palabra y la comprenda, 
para luego proclamarla por todas partes. Amén.

La hija de una sirofenicia (Mc 7,24-30; Mt 15,21-28).

24a Y partiendo de allí, se fue a la región de Tiro.

Después de la multiplicación de los panes, Jesús deja la Galilea y toma el camino del norte, a las ciudades fenicias de Tiro y de Sidón. ¿Cuál seria la causa?

Por el evangelio de Juan sabemos que, después del discurso que Jesús pronunció en la sinagoga de Cafarnaúm sobre el "comer su carne y beber su sangre" (Jn 6,51-58), muchos de sus discípulos dijeron: "Dura es esta palabra, ¿quién puede escucharla?... Y a partir de entonces, muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él". Inclusive Judas, uno de los Doce, comienza a sentirse inquieto ya disgusto con Jesús (Jn 6,60.66.71).
El momento fue decisivo. La época del entusiasmo popular había terminado. Jesús opta por apartarse un poco del país. Se dedicará a seguir formando a sus discí­pulos con más tiempo y libertad.
La región de Tiro y Sidón es la Fenicia, de cultura griega, habitada en tiempos antiguos por los cananeos.
24b Y entrando en una casa, quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido, 25 sino que, en. seguida, habiendo oído hablar de él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se. postró a sus pies. 26 Esta mujer era. griega, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija, al demonio. 27 El le decía: "Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a. los perritos ". 28 Pero ella le. respondió: "Sí, Señor; pero también los perritos bajo la mesa comen de las migajas de los niños". 29El, entonces, le dijo: "Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija". 30 Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echado en la cama y que el demonio se había ido.
Jesús estaba en tierra de gentiles y deseaba pasar desapercibido' pero, ¡imposible! Su fama había llegado hasta allá, y la fe en él había brotado inclusive en una mujer, a quien el texto presenta como "griega", más bien por su cultura, ya que por su raza era sirofenicia de nacimiento, descendiente de los antiguos cananeos. "Griega" aquí equivale a gentil o pagana.
Pues bien, esta mujer tenía una hija atormentada por un espíritu malo. Viene, se postra a los pies de Jesús y le pide que expulse de su hija al demonio.

En Mateo la escena parece realizarse en tierra de Is­rael , pues "la mujer había salido de aquel territorio "y es presen­tada con gran solemnidad (15,22). Estilísticamente el rela­to mateano está muy bien trabajado, con gran fuerza dra­mática. La mujer dispone de tres instancias para exponer su necesidad; y hay un crescendo en cada intervención.
Primera intervención.
La mujer cananea gritaba diciendo: "¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David. Mi hija está malamente, endemonia­da!".
El título dado a Jesús: "Señor, hijo de David" tiene fuerte sabor mesiánico. Pero él no le respondió palabra. Este silencio equivale a no querer hacer caso a esa peti­ción. Sin embargo, esa actitud no es un rechazo definitivo, pues el Evangelio está destinado a todos los pueblos (Sal 87,4-7; Mi 28,19); es sencillamente la manifestación de que la hora de la misión a los paganos todavía no ha llegado (cf Jn 2,4).
Pero sus discípulos se acercaron y le dijeron: "Concé­deselo, que viene gritando detrás de nosotros". Él evangelista presenta a los apóstoles desempeñando un papel activo. Aun cuando su intervención haya sido sólo tal vez para liberarse de los gritos de la mujer, no obstante resultó positiva.
Jesús va a actuar; pero antes responde: "No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la Casa de Israel". Con esta respuesta, Jesús o quiere probar la fe de la mujer, o intenta definir la misión que ha recibido: ir en busca de las ovejas perdidas de Israel (cf Mt 10,5-6). Si es así, la sanación concedida será anuncio por anticipado del acce­so a la salvación de que los paganos gozarán después de la muerte y resurrección de Jesús.
Segunda súplica.
Pero la mujer, postrándose ante él, insiste humilde­mente en su plegaria: "¡Señor, socórreme!". A lo que Jesús


responde: "No está bien tornar el pan de los hijos y echárselo a los perritos". La frase es muy dura, aunque parezca atenua­da por el diminutivo "perritos" (cf Mt 7,6). Los israelitas son hijos de Dios en virtud de la Alianza. Los gentiles por el momento están excluidos del Pueblo de Dios, pero tendrán también acceso a la mesa de familia cuandojesús haya dado su vida en redención por todos (Mt 20,28; 26,28; Rm 1,16).
Tercera instancia.
La sirofenicia, lejos de intimidarse, vuelve a la súpli­ca. Es ya la tercera vez que pide. "¡Sí, Señor, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos". Marcos escribe: "También los perritos bajo la mesa, comen de las migajas de los hijos". La mujer acepta, en parte, la palabra de Jesús: ¡De acuerdo! Ella no pretende igualarse a los hijos de familia, pero advierte que migajas de pan caen de la mesa de los amos y las aprovechan los perritos. A la fe se suma una profundísima humildad. La fe, unida a la plegaria humilde y constante, conmueven el corazón de Cristo y arrancan las gracias de Dios (Mt 8,10.13; 9,29; 15,28).
Respuesta de Jesús.
En la narración de Mateo, la respuesta de Jesús manifiesta un gran asombro y es un elogio admirable a la fe inmensa de esa cananea, sirofenicia, griega, pagana: "¡Oh mujer, grande es tu fe. Hágasete como quieres!". Y su hija fue sanada desde aquella hora.

ACTUALIZACION

Señor, Hijo de David: En el mundo hay mucho mal. Nuestro enemigo nos oprime y nos esclaviza. Tú has sido enviado a las ovejas perdidas de Israel; pero tu rebaño lo formamos las ovejas del redil universal. Muéstranos, Señor, a todos tu misericordia.
Fortalece nuestra fe y hazla "grande". Jesús, Salvador de los hombres, sálvanos!