jueves, 30 de abril de 2015

9. Resurrección de la hija de Jairo (Mc 5, 35-43; Mt 9,23-26; Lc 8,49-56).

Marcos nos ofrece un cuadro animado, con detalles que imprimen colorido a la escena e invitan a admitir el recuerdo de un acontecimiento histórico. Esto hace tam­bién pensar en una tradición de origen judío-cristiana, palestinense y de lengua aramea.
35 Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: "Tu hija ha muerto; ¿para qué molestar ya al Maestro?" 36 Jesús, que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: "¡No temas! ¡Solamente cree!".
La gente piensa que el poder de Jesús no puede ir más allá de la muerte (Jn 11,21.32). Pero Jesús reacciona: "¡No temas! ¡Solamente cree!". Fe, es sólo lo que Jesús pide. Una fe vigorosa echa fuera todo temor. En Jesús hay también un poder de resurrección.
37 Y no permitió que nadie lo acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. 38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. 39 Entra y les dice: " ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta; está dormida". 40 Y se burlaban de él. Pero él, después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.
Jesús se aparta de la gente e inclusive deja a sus discí­pulos. Sólo toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, quie­nes lo acompañarán también más tarde como testigos de la Transfiguración (9,2) y de la agonía en Getsemaní (14, 33). Manda fuera a flautistas y plañideras, y entra a donde estaba la niña sólo con las cinco personas mencionadas.
"La criatura no ha muerto, sino duerme". Con esta pala­bra—que malamente los presentes aprovechan para bur­larse de Jesús—, él intenta tal vez disminuir la espectacularidad de lo que va a suceder. El NT llama frecuentemente "sueño" a la muerte (Mt 27,52; 1Co 11,30; 15,6; 1Ts 4,13-15).
41 Y tomando la mano de la niña, le dice: "Talitá, kum ", que quiere decir: "Muchacha, a ti te digo, levántate". 42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor 43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.
Una vez más aparece el contacto físico de Jesús, unido a su palabra poderosa. Toma de la mano a la niña y le dice en arameo: "¡Talitá, kum!" = "¡Muchacha, levanta te!" Y al instante se puso de pie. Una serie de verbos: "dormir, despertarse-levantarse, ponerse de pie", son ya un anuncio de la resurrección espiritual que el cristiano recibe mediante el bautismo (Ef 5,14).
La niña tenía doce años, igualando así el tiempo de enfermedad de la hemorroísa. La gente queda llena de temor religioso (1,27). La resurrección de la hija de Jairo manifiesta la trascendencia de Jesús, que supera aun a los dos grandes profetas del AT: Elias y Elíseo (IR 17,17-24; 2R 4,8-37). Mientras que Marcos insiste en el "secreto mesiánico", Mateo alude a la fama que corrió a causa del acontecimiento.
Mateo cuenta la resurrección de la hija de Jairo en un relato breve y conciso. Desde un principio, el evange­lista nos había dicho que la niña estaba ya muerta. Lo que ahora intenta es mostrar la majestad y la soberanía plena de Jesús. Aparece él solo, y la niña. Y, sin dirigirle palabra alguna, la tomó de la mano; y al punto ésta se levantó. Luego, pausadamente, Mateo comenta: "Y se divulgó esta noticia, por toda aquella comarca ".
La narración de la hemorroísa y de la resurrección de la hija de Jairo muestran al vivo el interés salvífico de Jesús en favor de la mujer, no importe la edad que tenga. En el nuevo Israel no habrá distinción entre varón y mujer, como tampoco entre judío y gentil.

ACTUALIZACION

Señor Jesús:
¡Cuántas veces nos hemos encontrado a punto de morir!
 Y ¡cuántas hemos estado ya espiritualmente muertos!
 Pero ahora queremos hacer caso a tu palabra:
                  "¡No temas; solamente ten fe!"
Quítanos los temores y acrecienta nuestra fe.
Tómanos de la mano, Jesús, y despiértanos del sueño de nuestra enfermedad o muerte.
 Dinos con imperio: "¡Levántate!"
Así seremos capaces de seguir adelante en el caminar de nuestra vida.
 Amen.


miércoles, 8 de abril de 2015

8. Curación de la hemorroísa (Mc 5,21-34; Mt 9,18-22; Lc 8,40-48).

La sanación de la hemorroísa y la resurrección de la hija de Jairo muy probablemente fueron dos relatos inde­pendientes en un primer momento de la tradición evan­gélica. La redacción final del evangelio de Marcos, seguido por Mateo y Lucas, presenta ambas narraciones como una sola unidad literaria.
La hemorroísa: v.25-34.
25 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, 27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. 28 Pues decía: "Si logro tocar aunque sea sólo sus vestídos, me salvaré". 29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que había sido sanada del mal.
De los tres evangelistas sinópticos es Marcos quien nos proporciona, según su costumbre, una descripción con mayor animación. Sin embargo, cada uno intenta comunicar, a través del relato, sus propios énfasis doctri­nales.
Por razón de su enfermedad, la mujer que se acercó a Jesús era considerada impura según la Ley, y debía portanto mantenerse aislada (Lv 15,19-27). De allí su discreción al acercarse por detrás, entre la gente. La mujer había oído "de lo que hacía"Jesús. Su fe en él es grande, pues piensa que con sólo tocar la orla de su manto alcanzará la salvación: "seré salva". No es difícil recordar a este propósito la palabra de Habaquq: "He aquí que sucumbe quien no tiene el alma recta, pero el justo por su fidelidad vivirá  (Hab2,4).                                              
El evangelista, para hablar de la sanación de la mujer, emplea el verbo fuerte "salvar". Por lo demás, Jesús lleva, en su propio nombre, la misión de "salvar". Ysalva cuando perdona el pecado (Le 7,50), cuando sana de una enfer­medad (Me 6,3-1), cuando libera del demonio (Le 8,36) y cuando levanta de la muerte (Me 5,23). 
Jesús, como judío piadoso y observante, llevaba en su manto las borlas o flecos ordenados por la Ley. El fleco, con su hilo de color púrpura, servía para recordar el cumplimiento de los preceptos de Dios y manifestar que Israel era un Pueblo consagrado a Yahveh (Nm 15,38-41; Dt 22,12).
En la literatura religiosa de Mesopotamia y en el Antiguo Testamento, "agarrar del manto" significa "im­plorar fervientemente" (1S 15,24-27). La mujer quiere tocar la borla del manto de Jesiís, impulsada por su fe, y no por una creencia en lo mágico.
La mujer logró, pues, tocar a Jesús, y al punto se secó la fuente de su sangre, y sintió en su cuerpo que habíasido sanada de su mal.
10 Al instante, Jesús, dándose, cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: "¿ Quién me ha tocado los vestidos?" 31 Sus discípulos le. contestaron: "Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: '¿ Quién me ha tocado?"' 12Pero él miraba a su aldrededor para descubrir a la que lo había hecho. 33 Entonces, la mujer, viendo lo que había sucedido, se acercó atemorizaday temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad. 34 El le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda sana de tu enfermedad ".
El evangelista destaca enérgicamente "la fuerza" (dynamis) que emana del Señor. Es tan real, que Jesús siente que ha salido de él, y ha llegado y beneficiado a alguien. Esa "fuerza" es concebida como una energía física a cuyo simple contacto se obran las curaciones (cf Me 1,41; 3,10; 6,56; 8,22; Le 5,17; 6,19).
"¿Quién me ha tocado?" Esta pregunta no tanto indica ignorancia en Jesús, ya que él va a mostrar que conoce lo que hay en el corazón de la mujer; sino más bien sirve para realzar y elogiar la gran fe que la mujer tiene en él.
El relato termina con cuatro palabras de Jesús, llenas de amor y de ternura:

    ¡Hija!" La mujer ya no es una simple desconoci­da; ha pasado a ser su hija, y él es su padre.
    Tu fe te ha salvado!". Su fe es el punto de partida de su salvación.
    Vete en paz!". La paz, en hebreo "shalóm", viene de un verbo que significa "estar entero, ser perfecto, completo, cabal". En este caso, la ex-hemorroísa se va restaurada totalmente en su alma y en su cuerpo: ha sido hecha una nueva creación.
    Queda curada de tu enfermedad!". Al ser sanada, ha recuperado la pureza exigida por la Ley, y ha quedado también reintegrada a la vida de la comunidad.

ACTUALIZACION

Jesús:
Permítenos tocar tu humanidad santísima,
sacramento de Dios entre nosotros. 
Danos fe, inmensa fe, para acercarnos a ti,
sabiendo que de ti brotará una fuerza divina que nos dará salvación. 
Comunícanos tu paz, haznos criaturas nuevas 
y danos la sanación que necesitamos. 
Amén.