lunes, 26 de enero de 2015

CURACIÓN DE UN LEPROSO (Mc1,40-45)

                        "Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: 
                        "Si quieres, puedes limpiarme". Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo:                        
                        "Quiero; queda limpio ", Y al instante, se fue de él la lepra y quedó purificado.

Por lepra la Biblia entiende toda afección contagiosa de la piel. La lepra era una advertencia para evitar el pecado, o inclusive castigo por el mismo. (Lv. 13,45-46); Dt.28,27.35). El enfermo debía permanecer fuera de la comunidad para no contagiar a los demás.

Si era sanado, no bastaba comprobar la curación de la lepra, era necesario además un rito de purificación: inmolación de una víctima, derramamiento de agua viva y liberación de una ave viva. Este último detalle detalle subraya la salvación de una esclavitud (Lv 14,1-9).

El leproso se acerca, suplica, se arrodilla y habla: audacia, oración y adoración, envueltas en profunda humildad: Si quiere, puedes…". La frase encierra un acto de fe y de esperanza, y un abandono total a lo que Jesús quiera.

Jesús por su parte se conmueve en sus entrañas; y, no pudiendo resistir a la fe y a la humildad del leproso, extiende su mano y lo toca, . Superando las prohibiciones de la Ley, Jesús toca al leproso, pues sabe que , lejos de verse contaminado, él -la pureza- purificará al leproso con el solo contacto físico de su humanidad. El está tan cerca de Dios que puede hacer desaparecer hasta la más terrible impureza.

Jesús accede, pues, punto por punto: "¡Quiero! ¡Sé purificado!. La escena brilla por la majestad, la sobriedad y el poder de la palabra creadora de Jesús.  Y al instante, se fue de él la lepra y quedó purificado.


ACTUALIZACIÓN

Jesús:
Heme aquí leproso e impuro.
Llénate de compasión por mí.
Extiende tu mano, tócame y puríficame.
Si quieres, tú lo puedes hacer.
Gracias, Señor.

domingo, 11 de enero de 2015

2. La suegra de Simón (Mc 1,29-31; Mt 8,14-15; Lc 4,38-39).


La casa de Simón se encontraba muy cerca de la sinagoga. Actualmente se pueden ver los vestigios arqueo­lógicos de esa modesta casa de pueblo. 
Marcos menciona a los cuatro discípulos recientemente llamados.
29 Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simóny Andrés. 30 La suegra de Simón estaba en cavia con fiebre; y le hablan de ella.31 Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
La curación de la suegra de Pedro es uno de los milagros más sencillos del evangelio. Se trata de una fiebre común y corriente. Le participan con naturalidad a Jesús el caso. No hay ni petición de milagro, ni exigencia de fe, ni palabras conminatorias. Jesús la tomó simplemente de la mano y la levantó. Y la fiebre la dejó y se puso a servirles.
Ese milagro es una manifestación clara, sin ostenta­ción alguna, de la misión de Jesús: él ha venido a sanar a los enfermos, sean quienes sean, y a suprimir toda clase de mal. La fiebre, síntoma de enfermedad, era considera­da como una maldición, efecto de la infidelidad a Dios (Lv 26,16). Se puede ver también en la sanación de la suegra de Pedro un tributo a la amistad.
La tradición de Marcos es la más antigua. Lucas y Mateo presentan esta curación adaptándola según sus propios enfoques teológicos. En Lucas, esta acción de Jesús tiene valor de exorcismo. La fiebre es fuerte, pero Jesús es más fuerte. Jesús no toma de la mano a la enferma, ni la toca; sino que, inclinándose sobre ella, conmina a la fiebre, y ésta al punto la deja. La mujer quedó liberada, y se puso a servirles (cf Le 4,35.41; 8,24; 9,42; 13,11.16).

En Mateo la situación es diferente. No se menciona a ningún asistente; sólo aparecen Jesús y la enferma. Jesús la ve; está echada en cama, con fiebre. Nadie le pide nada. El toma la iniciativa. Toca la mano de la enferma y con sólo su contacto físico, la fiebre desaparece. Jesús obra con independencia absoluta y con señorío total. Ella sola se levantó, como liberada de una parálisis de pecado (Mt 9,2); y "se puso a servirle" a Jesús solo.

ACTUALIZACION

Jesús amigo nuestro: Ven y entra en nuestro humilde hogar. Mira nuestras necesidades. Tal vez son en sí mismas pequeñas, pero nos impiden realizar el trabajo con el que colaboramos contigo para construir el mundo. Acércate, Jesús, y tómanos de la mano. Levántanos, que queremos servirte. Amén.