domingo, 16 de noviembre de 2014

RETIRO DE ORACIÓN Y VIDA (cont. 14)

LA PRACTICA DE LOS CARISMAS DEL ESPIRITU SANTO (cont.)

Los carismas que comunica el Espíritu son innumerables y de di­ferente naturaleza.[1] Unos manifiestan un carácter de gracia transi­toria: por ejemplo, una visión, una palabra profética, una luz de sa­biduría, la obra de una sanación, una oración en lenguas. Otros se muestran como carismas estables, como son "algunos ministerios": por ejemplo, el ser apóstol, el carisma sacerdotal, el ministerio de enseñanza, el matrimonio durante la vida de los cónyuges. Otros tienen un carácter temporal: por ejemplo, la dirección de una co­munidad.Tenemos que preguntar en oración ¿qué dones, qué carismas, Espíritu Santo, quieres darme o quisieras darme de aquí en adelante? ¿Cuáles me has dado? Cito, por ejemplo, la atención a los enfermos que siendo una capacidad y un oficio natural puede ser sobrenaturalizado. Pienso, por ejemplo, en la atención sacramental a los enfermos llevándoles la Comunión. Pienso, por ejemplo, en el mundo del catecismo, comunicación de la fe. Pienso en el mundo de la caridad, cuando uno se siente atraído y con cualidades para visitar hospitales y visitar cárceles. Pienso también en el carisma tan delicado de facilidad para atender a jóvenes, no nada más como equipo de football, sino para llegarles al fondo de su vida. Pienso también en ministerios tan importantes de personas adultas que tienen un tacto muy particular para tratar los grandes problemas de la vida matrimonial: carismas de consejería espiritual. Pienso en los grandes carismas de la evangelización, de llevar la Palabra de Dios por todas partes, de hablar de Dios, de comunicar la paz. El don de Dios tan importante de comunicar paz, alegría, etc.



En síntesis, unos carismas edifican la Iglesia en una forma: por ejemplo, los carismas de gobierno, los carismas de enseñanza y de dirección espi­ritual, los carismas de exhortación y de asistencia; otros construyen la comunidad de otra forma: por ejemplo, los carismas de curación y de milagros. Unos carismas miran a un estado de vida: el matrimonio, la virginidad, la soltería o la viudez consagrada. Otros se ordenan a una actividad concreta en el cuerpo de Cristo: como el presidir, el ejercer la misericordia. 
Sin embargo, lo que tienen en común es que, además de ser un don gratuito de Dios, todos realizan su función en virtud de una mo­ción positiva, sobrenatural, actual, del Espíritu Santo, y todos son ins­trumentos valiosos que él nos proporciona para cooperar con Dios en la edificación de la comunidad social y creyente[2].
El apóstol Pablo es quien más ha tratado de estos dones del Espí­ritu Santo. En sus listas menciona carismas de apostolado, enseñan­za y gobierno; carismas de conocimiento y de palabra; carismas de ser­vicio; carismas de poder; carismas de estado de vida, etc.
El vocablo "carisma" se registra 17 veces en todo el NT, y 16 de ellas las encontramos en los escritos de san Pablo.

[1] Ver “Homilías de un autor espiritual del siglo IV”. Liturgia de las horas. Oficio de lectura del viernes IV del tiempo ordinario.
[2] Salvador Carrillo Alday, Iniciación en la Renvoación en el Espíritu Santo. ISE, México 1983,p.69

domingo, 2 de noviembre de 2014

RETIRO DE ORACIÓN Y VIDA (cont.13)

LA PRACTICA DE LOS CARISMAS DEL ESPIRITU SANTO


El Espíritu Santo no solamente nos hace santos, virtuosos, sino que pone en nosotros capacidades que son gracias, son regalos, son dones, son carismas del Espíritu Santo que pone en nosotros para construir el Reino de Dios, o para que construyamos, unidos a Jesús, el Reino de Dios en el mundo; construir el Reino, establecer el Reinado de Dios en el mundo.
Se podría hablar de carismas "naturales o habilidades" y de "carismas sobrenaturales". Unos y otros son dones que Dios nos ha querido regalar.
Los carismas naturales son las habilidades que el Señor ha puesto en nosotros para construir el mundo, y los debemos desarrollar.
Podemos llamar esos dones, carismas, en la línea de nuestra naturaleza humana, de ser hijos de nuestro papá, de nuestra mamá, hijos de este mundo. Nos da capacidades y son las capacidades, las cualidades, los dones, las gracias que nos llevan a escoger nuestro trabajo en la tierra. ¿Por qué uno se dedica a la medicina? Porque ha sentido capacidad, cualidad... ¿Y quién te la puso, quién te la dió? En definitiva es Dios. Otra persona dice: "Yo me voy a dedicar a la pintura". Y es notabilísimo. Otra persona tiene una capacidad tremenda para cuidado y atención a los enfermos; para las leyes; para la casa; para la atención a los niños; para la política, para todo. La profesión de cada uno es de nosotros. Así como Dios nos dió el existir, también pone en nosotros estas capacidades para construir el mundo; para nuestro trabajo en el mundo.
Hay otra vertiente y es que nosotros hemos recibido del Espíritu Santo la vida de Dios, vida divina, vida eterna. Somos hijos de Dios por una sobrenaturaleza que nos ha comunicado en el bautismo, por la cual nosotros somos no hijos de papá y mamá, sino somos hijos de Dios, porque Él nos ha comunicado su naturaleza divina. Y en este nivel de hijos de Dios, el Espíritu Santo también nos equipa con dones, gracias, carismas.
¡Cómo es hermoso santificar el trabajo que tenemos! El trabajo cansa, fatiga, agobia, pero el Espíritu Santo, si nosotros lo sabemos valorar, renueva nuestras energías y entonces nos recuperamos y sabemos que trabajamos, juntamente con Dios, en la creación del mundo, en llevar el mundo adelante con nuestro trabajo, sea cual fuere nuestro trabajo. Así sea dejar dinero arreglando un hermoso jardín o todas las mañanas barriendo las calles para que la ciudad sea bella. El trabajo humano que dignifica al hombre y lo hace colaborador en la obra de la creación. El Espíritu Santo que nos ayuda en nuestro trabajo. Cuántas veces encontramos, de verdad, problemas enormes para la realización de lo que nosotros tenemos que hacer como seres humanos en la vida humana. Pero el Espíritu Santo, que nos ha dado cualidades, puede también acompañarnos en la realización de esa misión que nos confía.
¿Qué carismas me ha dado Dios para crear el mundo con Él? ¿Cómo realizo mi trabajo, con entusiasmo, con amargura, con desesperación? No les importe que sea poquito o mucho, sino el trabajo que hacemos hacerlo con alegría, porque somos instrumentos de Dios en la creación del mundo.
     Los "carismas sobrenaturales", que son los carismas propiamente tales, son las gracias o dones que nos regala el Espíritu Santo para edi­ficar la Iglesia.
San Pablo escribe: "A cada uno se le otorga la manifestación del Es­píritu para el bien común" (1 Cor 12,7). Y después agrega: "Todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad" (1 Cor 12,11). Así, los carismas sobre­naturales no son dones para el provecho personal, y menos para un propio lucimiento vanidoso, pero su ejercicio constante y sostenido, bajo el impulso del amor, sirve para la propia santificación.

Es muy necesario descubrir los carismas que el Espíritu Santo co­munica a cada persona -laica, consagrada o sacerdote- para llevar a cabo la propia misión que Dios le ha confiado, ya sea para construir el mundo o para edificar la Iglesia, cuerpo de Cristo.
¿Qué carismas espirituales me ha dado el Espíritu Santo para establecer el Reinado de Dios como tal, el Reinado de Dios, la vida divina en los demás? Y aquí entran todos los servicios, en esa dimensión de fe, ya sea en la Iglesia o fuera de la Iglesia, pero que realizamos con fe, como carismas del Espíritu para construir el Reino de Dios como tal. No nada más para construir la creación que viene de Dios, sino el Reino de Dios que quiso traer Jesús cuando dijo: "El Reinado de Dios está cerca."  (Mc 1,14).